este catálogo de memorias parcialmente reveladas, de sueños a medio hacer, de anhelos que matan al revivir, de análisis a medio cocinar, de miedo, de versos que quedaron como aquella flor disecada en un libro que abres quince años después siempre parece haberse acabado.
No parece quedarme verso, no parece quedarme prosa, mis guitarras claman mudas desde el rincón, su polvo acumulado el blues más triste que nunca compuse.
¿Dije que estaba triste? Éso es como decir que el K-2 es una elevación del terreno.
Estoy triste, sí.
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