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viernes, 25 de octubre de 2013

Cruces. Sección II.


Capítulo 13.

Escoltada por dos naos de guerra de la armada lusa, La Niña hizo su entrada en la Bahía de Lisboa con una leve brisa de estribor que parecía anunciar un cese en las hostilidades del frío.

En el camarote de Fray Jordi, Txtl se sometía mansamente a las atenciones del viejo fraile mientras le cortaba el pelo y afeitaba una tonsura.

 -"Manuel, escucha muy atentamente. Somos prisioneros de Juan el Segundo, Rey de Portugal. El dar a conocer tu cuna sería un gran deservicio a Nuestra Señora Isabel, y a Castilla..."

 -"A partir de este momento, eres Fray Manuel Casín, novicio franciscano morisco de Granada. Salvo para tu confesión, estás bajo voto de silencio..."

 -"Copia todo lo que yo haga, y no digas una palabra a nadie. Con la ayuda de Nuestro Señor Jesucristo, saldremos bien parados de este trance."

En la silla, frente a él, un hábito de Fray Jordi. Txtl se lo puso. Era el 4 de marzo de 1493.

Capítulo 14.


Pisando las calles empedradas de Lisboa, los ojos de Txtl no sabían donde detenerse. Una multitud de gente (y olores) sin precedente para él.

El hedor combinado del excremento de personas y animales asaltaban su nariz. Cientos de cuerpos sin lavar, restos de basura por las calles...

Perros, mulas, caballos, asnos, cabras...Todos, animales desconocidos para Txtl.

Presidiéndolo todo, una monstruosidad de piedra en lo alto de un monte, que parecía cuadrado y redondo a la vez. El Castillo de San Jorge.

Una guantada en la nuca le hizo mirar al suelo de nuevo.

 -"Manuel, o te comportas de acuerdo a tu estación, o te hago despellejar, perro", le susurró Fray Jordi; "recuerda, ojos al suelo si esperas la gloria del cielo, novicio."

Capítulo 15.


De rodillas frente al trono, Txtl temblaba como una hoja. Fray Jordi, arrodillado junto a él, se hallaba en conversación con el monarca.

 -"Su Majestad, el propósito de nuestra tarea es tal como el Almirante describió. Llegar a los puertos de Indias por una ruta distinta. La nuestra es una expedición de la marina castellana que no tiene que ver con las redadas de piratas palermos que son la vergüenza de nuestro Reino y de Nuestra Señora Doña Isabel."

 -"Eso dices, ¿qué me impide enforcaros a todos como piratas? ¿Quién es ese otro clérigo junto a tí?"

 -"Su Majestad, para responder a la primera pregunta, la presencia de clero y un Almirante denotan un viaje oficial, no una partida pirata sin encomendarse a Nuestro Señor Jesucristo. Respondiendo a la segunda, he aquí a Fray Manuel Casín, novicio de la Orden de San Francisco, bajo voto de silencio. Entró en nuestra orden tras la limpieza de Granada, en expiación por los pecados de esa ciudad, que se empecinó en seguir las falsas enseñanzas de Mahoma. Me temo que, si Su Majestad quiere juzgarnos, nos deberemos acoger al fuero eclesiástico."

 -"Harto estoy de tanta política y diplomacia. Visto está que deberé dejaros partir, o vérmelas con Roma. Aseguraos de decirle a Isabel, mi Hermana en Cristo de que ésto no quedará así."

-"A la orden de Su Majestad."

  -"Retiraos ahora, antes de que cambie de parecer. Los clérigos me fatigais en exceso."

Capítulo 16.


El brillo cegador de un sol andaluz de primavera recibió a La Niña a su entrada en el Puerto de Palos.

La tripulación, tras su "accidente" en aguas portuguesas y otro millón y medio de vicisitudes en el largo periplo, se hallaba exultante. Habían vuelto a casa. Desde la cubierta, entonaron un "Te Deum" un tanto entusiástico, mas algo desafinado.

La Villa en pleno, con el Concejo a la cabeza, y el prior del Monasterio se hallaban a la espera de las maniobras de atraque.

Estando la carabela segura en puerto, los marinos obtuvieron venia del Almirante para desembarcar, con instrucciones de regresar al día siguiente a mediodía.

Era una precaución necesaria, los marinos se hubieran amotinado y desertado de otra forma, una vez en tierra firme.

Gritos por todas partes al reconocer hermanos, amigos, esposas, hijos, y tantas caras conocidas. La alegría del reecuentro era casi contagiosa.

Reprimiendo las lágrimas, Txtl se cobijó a la sombra de La Fontanilla. Una mano se posó en su hombro.

 -"Bienvenido a casa, Manuel, ya estamos entre cristianos decentes de nuevo. Esta noche la pasamos en el Monasterio de La Rábida. Hasta que Nuestra Señora Isabel decida, eres miembro lego de nuestra Orden de San Francisco de Asís."

Capítulo 17.


La exigua luz del cuarto creciente se filtraba por la ventana enrejada de la celda de Fray Jordi, donde Txtl se hallaba alojado por su pupilaje.

Un crujido de bisagras sustrajo a Txtl de sus desvaríos de playas deslumbrantes bajo el sol, de Lutxe y él entrelazados. Pasos leves en la entrada de la celda.

Presto a hacer pagar al intruso un alto precio por su vida, saltó del jergón de paja, puños en ristre.

 -"¡Manuel, cálmate! Vas a soliviantar a todo el monasterio. Son sólo mis primas, que viene a celebrar mi retorno como delegado Real, y a darte la bienvenida a país de cristianos."

Horrorizado, Txtl vio que se trataba de dos niñas, a las que sólo pudo identificar por sus largos cabellos.

 -"Déjalas entrar, y agradece a Dios los simples placeres del yantar y del yacer, hermano. Si no quieres, yo me basto. Al menos, demostraste ser buen perro guardián."

Txtl se pasó la noche sentado en un rincón del corredor del claustro, tapándose los oídos para no oír los gritos de humillación y dolor procedentes de la celda.

...se hallaba de nuevo en el arrecife, cazando perlas. El azul cristalino del agua tornado en verde por el reflejo amarillo de la arena. Un tiburón sonriente se le acercó y le dijo...

 -"Manuel, venga, de vuelta al jergón. Si te ve el Abad aquí en medio de la noche, me vas a crear problemas."

domingo, 20 de octubre de 2013

Cruces. Prólogo/Sección I.

Prólogo.

Querid@ Lector/a,

Como parte de mi educación primaria en España, se repitió el mito de que "descubrimos" América para llevarles nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra religión. Punto de vista condescendiente y paternalista, imperialista.

La pregunta es, ¿cómo vio el nativo americano la llegada del europeo? ¿cómo fue ese descubrimiento?

De nuevo, busco refugio en la prosa de ficción. Esta vez, buscaré mi respuesta a esa pregunta. Estoy en periodo de investigación de la historia que insiste en contarse a sí misma.

Querid@ lector/a, espero que disfrutes de este viaje que estamos a punto de emprender juntos.

Raúl Pinto Ocaña, Francotirador Lémur.

I.

Capítulo 1.


Txtl resurgió del agua somera del arrecife para tomar aire. Entregó un saco de ostras al remero, quien le dio uno vacío. A sumergirse de nuevo.

Al reemerger cinco minutos más tarde:

  -"¿Qué es éso en la distancia?"

 -"No sé, Txtl, pero no me voy a quedar a saber qué es. Sube y nos vamos.

En la distancia, creciendo imperceptiblemente, cuadrados vibrando en el viento.

Capítulo 2.


Para cuando llegaron a la playa desierta, los cuadrados se hallaban más cerca. Eran tres canoas de dimensiones monstruosas. Formas como de hombre se agitaban sobre ellas.

Grandes canoas bajaron desde los lados de los monstruos. Criaturas de cabezas y pechos relucientes a bordo.

Pronto, la playa estaba llena de ellos.

Capítulo 3.


Txtl se hallaba abrumado frente a los demonios que ocupaban la playa. Parecían hombres, de barba larga bajo sus brillantes atuendos.

Uno de ellos, el único que no tenía barba, plantó una vara con un trapo en la playa, gritando al viento ladridos ensordecedores.

En el trapo, otras dos líneas cruzadas.

Mientras miraba ensimismado, recias manos le agarraron por la espalda.


Capítulo 4.


Despertó con el trueno de sus latidos en la sien donde le golpearon. Estaba atado con dos brazaletes brillantes, sujeto al suelo de madera.

Estaba en un aposento oscuro, todo de madera. Al principio le echó la culpa a la contusión, hasta que reconoció el familiar vaivén del mar debajo de sí.

Ruido de animales en la sombra, ojos brillantes y colas pelonas.

Txtl se irguió y se puso a pensar sus opciones.


Capítulo 5.


Txtl se hallaba de nuevo entre los cocoteros. Estaba pelando un coco para Lutxe, que le regalaba otra de sus sonrisas.

Sobre sus pechos desnudos, una sarta de perlas negras del arrecife...

Un movimiento brusco le sobresaltó de su sueño. Se estaban moviendo.

Txtl se debatió contra sus cadenas, gritando el nombre de su amada. Sus muñecas y tobillos, sangrando.

Uno de los hombres barbados entró por la portezuela por donde entraba la poca luz del sol. Llevaba un látigo.

 -"¡Maldito pagano, calla esa algarabía demoníaca de una vez!"

El látigo comenzó a caer sobre su forma indefensa. Apiadado de Txtl, su sentido le abandonó, y quedó inconsciente tras el latigazo número catorce.

Capítulo 6.


El súbito frío del agua y la picazón del salitre en las heridas devolvió a Txtl a su oscura realidad de preso. Rudas manos lo zarandeaban. Al fondo, gritos incomprensibles.

Txtl vio otro barbado cubierto como de una camisa negra que le llegaba hasta los pies. Del cuello, colgaban otras dos líneas entrecruzadas. Gritaba al barbado que le azotó.

 -"¿Y qué crees tú que le vamos a decir al Almirante si el preso se nos muere? Es la única forma de conocer a los indios para la próxima expedición. ¿Quieres acabar colgado?"

El primer barbado agachó la cabeza como a un niño que estaba siendo reprendido.

El barbado de la camisa se acercó. Apuntó a su pecho y dijo: "Fray Jordi", para apuntar al pecho de Txtl a continuación. A la tercera vez de repetir el gesto, la respuesta fue: "Txtl".

 -"Eso no es nombre entre cristianos, suena a judío."

El barbado apuntó de nuevo a su pecho, dijo: "Fray Jordi". Apuntando al pecho de Txtl, dijo "Manuel".

Capítulo 7.


Aún maniatado, Txtl subió la escalera hacia la escotilla.

El sol asaltó sus ojos sin piedad. Sin tiempo para reponerse, fue arrastrado por sus cadenas a través de la cubierta. Se encontró cara a cara con Fray Jordi.

 -"Manuel, hoy hacemos un cristiano en condiciones de tí, leal a la Corona de Castilla. ¡Esos cubos!"

Sin previo aviso, los marinos arrojaron cubos de agua de mar sobre Txtl. Estoico, se mantuvo erguido, con los ojos cerrados. Demostrando el arrojo de un guerrero Caribe.

Acabado el proceso, Fray Jordi abrió un objeto cuadrado, se puso a gritar, cantando a veces.

Una vez, seco del sol, le agarró por los pelos, doblándole hacía adelante. Vertió un cazo de agua sobre su pelo, aún húmedo.

 -"Por la Gracia de Dios, Nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, te bautizo, Indio Manuel, y te recibo en el seno de la Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana."

Acto seguido, se le desesposó,se le dio una camisa que otrora fuera blanca, unas calzas sucias y una cuerda como cinturón. Txtl intentó copiar los gestos de Fray Jordi para vestirse, frente a la hilaridad generalizada de la marinería.

Una vez vestido, se le hizo arrodillarse frente a un trapo que colgaba de un bastón sostenido por el demonio barbilampiño. Ya no se reía nadie.

Capítulo 8.


Los días pasaban en la monotonía de la travesía. Txtl (Manuel) se pasaba las mañanas refregando la cubierta del buque, y sacándose astillas de las manos.

Combatiendo el deseo de saltar por la borda. Otro día, una nueva esperanza de volver a ver su isla. El arrecife. Lutxe.

Solía ser llamado a almorzar con Fray Jordi, que se había propuesto enseñarle a "hablar en cristiano". Dos horas después de almorzar, cada día, Txtl intentaba explicar cómo era su vida. El buceo de la perla atraía al clérigo con tres papadas.

Los marinos también se habían propuesto a enseñarle, pero éstos parecían bastante menos cristianos. Txtl aprendió canciones de nostalgia, y de mujer, o mujeres. De chistes de la castidad de acero de Isabel. Y del martillo fofo de Fernando.

Capítulo 9.


 -"Fray Jordi, ¿cuándo volveré a mi isla?"

Con el ceño fruncido, la mirada de Fray Jordi tornó de ser cálida a glacial. Era como tener un interlocutor diferente, con el mismo cuerpo.

 -"¡Ingrato! La Reina Isabel, a través de mi persona, te da la oportunidad de vivir como un cristiano decente, ¿y aún cuestionas tu buena fortuna, Manuel?"

Aterrorizado, Txtl optó por callar. No entendía la "buena fortuna" de que hablaba el fraile. El no saber de Lutxe era una lanzada contínua en su pecho.

 -"Estás pensando en esa salvajita, ¿no? Ya te ha olvidado, no te necesita. Seguro que ya ha encontrado a otro, esas salvajitas no tienen remilgos."

En su fuero interno, Txtl se dio cuenta de que parte (y sólo parte) de lo que dijo el fraile era verdad.

Era, precisamente porque no se necesitaban que se querían. Era por éso que resolvió sobrevivir como única esperanza de reencuentro.

Capítulo 10.


La espuma del mar embravecido azotaba a los marineros en cubierta sin misericordia. La carabela se hallaba sola frente a su destino.

Las grandes velas cuadradas se hallaban plegadas o desgarradas. Txtl, como todos los otros, se afanaba en amarrar todo lo que estuviese suelto.

Una ola de través arrastró un marinero por la borda. Sin pensarlo, Txtl se amarró a un cabo y le siguió hacia el abismo de agua.

Capítulo 11.


Rengueante, de vela despiezada, la Niña llegó a las Azores. El viento gélido de Febrero se colaba por todas partes.

Txtl se hallaba confinado (y refugiado del frío) en el camarote de Fray Jordi.

 -"Fray Jordi, ¿Por qué no puedo salir?"

 -"Maldito hábito pagano de preguntarlo todo. Deberías aprender a callar y obedecer como cristiano esforzado que eres. Siendo tu Maese, debo responder."

  -"Estamos en tierras del rey de Portugal, que inició la carrera a la India. Nuestra Señora Isabel de Castilla acaba de reclamar gran parte de las Islas. Cuánto menos le llegue al rey de Portugal, mejor. Debes esconderte."

 -"El rey de Portugal, ¿acaso no es cristiano también?", preguntó Txtl.

 -"Mejor no meterse en asuntos de reyes, que pierdes la cabeza. Como sabes, no somos los primeros en llegar a la India. Por éso no deben verte."

  -"Yo nunca vi otras naos que éstas. Mi pueblo es marinero, nunca oímos de otros cristianos."

 -"Y ahora, con la manía pagana de discutirlo todo. Ándate con cuidado, que saco la vara. ¡Ea! ¡A dormir!"

Capítulo 12.


El Atlántico se cebó de nuevo con la pequeña carabela. A pesar de las protestas de Fray Jordi, el Almirante insistió en que Txtl se quedara en cubierta.

Su hazaña de rescate en la anterior tempestad le hacía demasiado valioso como para tenerlo refugiado. Los marinos, al verlo en cubierta con un cabo largo y ojos en todas partes, podían permitirse un respiro de alivio en el caos de la tormenta.

A pesar de sus esfuerzos, se perdió un marino, de los tres que cayeron por la borda.

La mañana trajo una mar picada que, aunque más o menos normal, no permitía olvidar los horrores de la noche pasada. El Almirante incluso había prometido peregrinar al monasterio de Santa Clara si La Niña sobrevivía la tempestad.

Los marineros cantaban sus canciones soeces, esperanzados por el inminente regreso. Txtl era el único silente, mirando desde la popa del buque. Cada día de viaje rumbo al sol naciente aumentaba su separación de Lutxe.