Sigo intentando odiarte y sigo sin poder. Mi mente (o lo que queda de ella) intenta inventar y ascribirte odios incompatibles con mi persona.
Me pregunto: "¿y si por azar nos encontrásenos hoy y resulta ser...?" El escrutinio no dura ni cinco segundos.
Mi mente reconoce la falacia de hombre de paja que busca rebatir tu presencia innegable en mis ojos y tu ausencia contundentemente irrebatible en mis días.
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