, que parece ya cadena perpetua desde que dejé de oir tu voz. Le temo a la fecha, odio el verano que una vez nos bañó de luz.
Odio las noches en que uno puede sentarse fuera y no oigo tu voz. Odio el poder pasearme por el valle de este río tan bonito, con tantas cosas que ver, y no poder compartir ni una sola contigo.
Qué ganas de que llegue el invierno para tener una excusa y meterme en mi cubil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario