lunes, 17 de mayo de 2021

Sigue siendo el 2 de agosto del 2013.

 Y, sin embargo, no lo es. No puedo dejar de amarte y, al mismo tiempo, se me arrancó la capacidad de hacerlo.

De corazón castrado y, sin más aspavientos, este gato envenenado y encerrado en una caja ya sólo dispone de valor como colofón de mal chiste.

Del ser a través del no ser, y viceversa.

De mirar a través de una ventana el vacío y ser tras el cristal enmudecedor un grito transubstanciado en mueca.

De haberme consumido amándote sin que tuviera importancia, de aprender nada.

De querer morir y no poder.

Y seguir doliendo, un día más, Prometeo implorando a la marea que suba de una jodida vez. 

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