Dicen que la guitarra tiene cuerpo de mujer (¿o iba la cosa al revés?), este pobre loco no consigue despejar la incógnita.
Entreveo el acariciar tus primas en arpegios aún por escribir, siempre improvisando, el subir niveles de distorsión y hacerte mía en los riffs de quinta, atacando tus bordones con pellizcos carnosos de púa por arrancar tus gritos que repitan mi nombre...
Recorrer tu trastero con dedos veloces de ambas manos, saboreando tu pastilla de cuello, mi mano posada en tu puente, vibrando cada una de tus notas.
Y con leve cejilla en tu centro íntimo de traste XVII, exprimir el gemido de doble octava de G Mayor (Sol mío), con sólo un roce fugaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario