Flaqueo. El oír a Fernando (entre tú y yo le llamo Fernando) enjaulado me supuso un golpe duro.
Creo que hoy comencé a comprender sus versos de metal y cuero. Se me antojaba canto de libertad y desafío lo que es el último verso de Lorca de antes de la cuneta.
Cuán corta parece la vida, porque lo es. Cómo ansío tus brazos en torno a mí, sanándome un poco con un beso en la frente; resucitar y resucitarte, nuestros cuerpos enlazados negando el odio y el escarnio...
De tripas, hacer corazón y levantarme sin ganas, sin pena ni gloria, hacia nuevas victorias pírricas.
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