viernes, 23 de septiembre de 2016

Cartas.

Hace tres años el domingo que oí tu voz.

La línea que te llevaría a mí o viceversa se oculta en el asfalto frente a mis zapatos ajados. Se mofa y se befa de la sed que tengo de tu presencia.

Creí haberte reencontrado desde entonces, para qué negarlo. Puede que hasta lo hubiera hecho y hubiera cometido errores garrafales.

¿Comprenderías que balbuceara los primeros cinco minutos de verte con la indecisión de no saber cómo o qué decir?

Cuando desfallezco, te escribo en mi mente cartas de despedida, sabiendo que tu nombre estará en mis labios cuando me vaya de esta porquería de mundo, que es bastante mejor por estar tú en algún rincón de él.

Ojalá pudiera decirte éso último a la cara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario