viernes, 29 de enero de 2016

Camino al trabajo

me crucé con un zorro (sin metáfora, un macho de Vulpes vulpes con su abrigo bermejo) tratando de cruzar la calle.

Dos horas más tarde, una llamada telefónica que me informa que saqué un 94% en aquel parcial que me mandaba a la biblioteca de madrugada.

Ya de noche, una hembra de muntjac (sí, esos ciervos del tamaño de un perro), de nuevo intentando cruzar la calle para llegar a su bosque. No pude evitar hacer un paralelismo al verlo.

Es cuando más te extraño, cuando no puedo compartir esas cosas contigo. Solo, no pude ayudarles a cruzar. Sé que habrías parado el tráfico, aún recuerdo el rescatar aquel abejorro juntos.

¡Ay!

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