jueves, 10 de diciembre de 2015

Te debo una disculpa.

No puedo olvidarte, no puedo dejar de esperar que aparezcas en toda tu gloria en una de mis notificaciones. Supongo que debería disculparme por ello, pero no sería sincero al hacerlo.

No te olvidé ni te olvido en cualquiera de los momentos en que omito tu nombre. Me disculpo por insinuarlo y por no nombrarlo.

Me disculpo por decirte que te amo como lo hago y no ser capaz de expresar que ni esperaba ni espero nada a cambio de éso.

Me disculpo por el dolor que te pueda causar el leer estas líneas, si algún día lo haces.

Me disculpo porque el decirte como me siento te haya hecho estar incómoda cuando más necesitabas un amigo.

Me disculpo por no poder resignarme a no volver a oir de ti. A oir tu voz y ser testigo y cómplice de tu sonrisa o tus lágrimas.

De éso, y de tantas otras cosas.

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