sábado, 28 de noviembre de 2015

Otra carta desde el frente, perdida en el correo.

En silencio de sábado noche, en esta ocasión, sentado en la biblioteca. Debería concentrarme en estudiar, pero la concentración parece haberse ido. La inspiración también.


Envié otro intento de mensaje. Otro chasco. Esta vez por Skype ¿Quién puede culparme, sin saber aún qué pasó?


No sé qué concepto tienes de mí. Debería importarme una mierda, ya que parece que decidiste volver a ser una extraña. No puedo.


Debería ser capaz de convencerme a mí mismo de que quien no me aprecia no merece mi atención, no digamos mi desvelo. En lo que concierne a casi todo el mundo, soy más que capaz, pero toda regla tiene sus excepciones.


Un sábado como hoy de hace dos años, había pasado dos horas sentado en aquel banco de estación, escrutinando los grupos que se bajaban del tren en mi pueblo. Tras ello, a The Hobgoblin, a escuchar la música sentado, mirando a la puerta, haciendo fichas técnicas de sonido para este blog.


El sábado noche, los kilómetros se atenúan para parecer un visillo en la ventana. Tan leve y tan espeso. Tras el pub, el retorno derrotado, antesala de otras derrotas. Mirando a mi alrededor en la madrugada esperando encontrarte en calles que ni conoces.


Sí, aun hoy espero oir de ti. Aun hoy salto en seco por una notificación que sospecho que no es la tuya.


"Vida mía", éso te llamé en mi ultimo mensaje. Éso eres, no puedo evitarlo.


Algún día dejaré de sufrir, todos lo hacemos. Cómo, éso está por ver aún.

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