jueves, 28 de mayo de 2015

Se acaba el día

y ya no me necesita nadie. Es lo que ES.
Día tras día de obligación contractual, con breves pausas para ejercer de padre a tiempo parcial con contrato basura. Atesoro cada uno de esos breves instantes en que mis niñas crecen mirándose en mí. Procuro ser la mitad de buen espejo de lo que fue mi padre. Procuro no cometer sus errores y supongo que cometeré los míos propios.
Los errores de mi madre, ésos no los repito, que hace falta saña para ello.
Otro día en que la cercanía de mi lecho de tierra se hace más patente con el paso de equinoccios y solsticios, con cada cosecha del huerto en miniatura de parterre de mis hijas.
Citando a la biblia, voy camino de la piedra donde posar mi cabeza cada noche, en espera de la vorágine de cada mañana.

Pero no podré dormir o, al menos, no del tirón. Tengo una manta enrollada contra mi espalda, que no logra suplir tu abrazo por la espalda, la más dulce de las traiciones. Despierto tras ser víctima del engaño de pensar que oí de ti.

¿Se puede decir que despierto cuando abro los ojos para yacer mi cabeza en las nubes? Podría y puedo hacer míos los versos de Teresa.

«...vivo sin vivir en mí,
y tan alta gloria espero,
que muero porque no muero.»

No hay comentarios:

Publicar un comentario