sábado, 16 de septiembre de 2017

Al acercarse a la cima...

...Juan se dió cuenta de que tenía un problema. La subida que no ha mucho era sólo breve inconveniencia se había tornado en amenaza. Sentía la opresión en el pecho y esa sensación enfermiza en el diafragma que sólo podía significar una cosa. Tuvo que detenerse y apoyarse en un tabique junto al sendero mientras su vista se nubló por un par de minutos.

Durante los breves segundos en que la sensación tardó en desaparecer, Juan se dió cuenta de que sólo una cosa le impedía. La escalada era para una reunión en el colegio de su hija, no tenía derecho a morir en aquella ladera en particular, o ella se culparía a sí misma.

Una mujer de mediana edad pasó con su perro, mirándole del modo asustado en que cualquier mujer sola en un callejón mira a un hombre. Juan se dió cuenta de la mezcolanza de miedo y desprecio en sus ojos. "Podría estar muriéndome y ella pensaría que estoy borracho a las nueve de la mañana", se dijo a sí mismo, no sin motivos.

"No será hoy", se dijo a sí mismo, barruntando acerca de si se puede morir de corazón roto. Juan se dió cuenta de que lo que tenía no era un problema.

Lo que tenía era la solución.

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