viernes, 6 de enero de 2017

Dirigido a un "tú" diferente de a quien suelo dirigirme en mis versos,

un "tú" que habla de Verdad Absoluta, de Objetividad (la tuya, por supuesto, éso de estar en posesión de La Verdad es una responsabilidad enorme). Procuraré ser conciso, que aún me queda noche y un ensayo que redactar, igual escribo hoy 100 palabras sobre control de calidad clínica y auditoría (un tema tan fascinante como el centrifugado de una lavadora).


Es muy posible que colapse dentro de poco. No sé si son semanas o son meses hasta el fin. Dentro de poco tendrás la confirmación que necesita tu sesgo.


Tienes en tu escala de valores una divinidad, que me niego a poner en mayúsculas. Sé que te enerva (y me importa un pepino, en mi palabra aún mando yo). Dicha divinidad es tu medida para todo, especialmente el bienestar personal, económico, familiar y social. Según tú, no le puede ir bien a quien no use tu medida, o una parecida a la tuya.


La típica frase del: "espera a que se te joda todo, y verás cómo te pones de rodillas y te pones a orar", algo así como un Job a la inversa, es de los planteamientos más perversos que existen. El desearle mal a alguien para evitarte la disonancia cognitiva que supone el que una persona pueda abandonar tu divinidad como herramienta de medida no es abyecto, sino tres puntos más allá. ¿Hasta qué punto en el pasado te encargaste de que se me jodieran las cosas a mí? Éso sólo lo puedes responder tú, a mí sólo me llegaron barruntos. Los suficientes.


Los entierros son una cosa fina para estudiar el comportamiento humano, en éso supongo que estás de acuerdo conmigo. No hay persona más estridente que quien fuerza lágrimas de cocodrilo propulsadas por la culpa. No, sé que tú no serás estridente, sabes que te pondrías en evidencia. Lo tuyo sera más calmo, lo tuyo sera el sesgo de confirmación, el "te lo dije", el "no podía funcionar sin cristo en su corazón", etc., etc. Lo tuyo sera el regodeo de quien sigue de pie cuando otro ha mordido el polvo, pero procurarás que no se te note.


Intentarás ocultarlo tras una fachada de piedad y conseguirás engañar a más de cuatro. Usarás los tecnicismos de tu bata blanca para dar validez a una relación viciada de abusos por tu parte que duraron hasta que crecí lo suficiente para devolverte los puñetazos con interés. Usarás el estigma de la salud mental, del hereje, del desviado, de la oveja negra, del traidor al país, la raza, la cultura, la lengua...


Puede que, hasta seas capaz de engañarte a ti mismo. Al fin y al cabo, no hay mentira más convincente que la que uno mismo se cree, ¿verdad?


Lo más asqueroso de todo, es muy posible que te asalte la duda y le pidas perdón a tu amigo imaginario (y el loco soy yo, ironías de la vida). Al fin y al cabo, eres de ésos que se ufanan de lavarse en sangre de cordero cuando lo que buscas es que no se noten las manchas de tus víctimas en las mangas. Ni a Temujin se le ocurre éso.


Al final te darán la razón porque éso es lo que pasa en las peleas de los bares, las gana el que se queda a contarlas. Sin embargo, hay preguntas que tus explicaciones convincentes nunca podrán responder:


1.- Este hereje cayó, cierto. Muchos otros no, JÓDETE.
2.- Son casi cuatro años de uno de los golpes más duros que nadie pueda recibir, y aún estoy aquí.
3.- Hace casi treinta años que deseché tu divinidad, luché y perdí tras una serie de zancadillas. Algunas conscientes, otras causadas por las circunstancias. Casi treinta años de reinventarme, de pequeñas victorias y grandes derrotas.
4.- Las zancadillas que recibí a base de mentiras ya quedaron retratadas en papel. Se pueden demostrar como falsedades. Lo demostré ya a con quien debía hacerlo, a quien me conoce.
5.- Te pusiste tú solo en evidencia en más de cuatro ocasiones. Hay quien conoce al psicópata bajo la bata blanca, ese psicópata que ocultas tan, tan bien.


Ya te dediqué mucho más tiempo del que mereces. Vete a pastar al campo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario