Le temo a la noche, que no cesa. No le temo por mí.
Le temo a la noche que llega sin beso en la frente y el libro de cuentos junto a la cuna. La oscuridad contra la que no puedo ser garante. Cada día, otro milímetro de estatura que no puedo presenciar, una lección que no puedo ayudar a aprender.
Le temo a la imagen de tí en tu cepo, del que mis dedos no te supieron arrancar. Temo que temas no hallarme, que temas no tener un amigo.
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