No es secreto que tiro líneas y las llamo versos. Mi relación con el teclado hasta aquel entonces era estrictamente profesional y utilitario.
Un hermoso día de finales de verano, una de las páginas grandes aceptó publicar uno de mis versos, "Romanticismo Visceral". Lo que ocurrió después, sólo puede ser calificado de rocambolesco.
Comentarios a favor (el niño, que tiene talento), en contra ("padre, perdónales..."), malinformados (este poema no tiene rima), insultos ("no mames, we"), lo que cabría esperar.
Y, como respuesta a dos de los cumplidos, dos personas que dan las gracias pretendiendo ser el autor. Veo rojo y embisto.
Mis poemas serán mierda, pero son mi mierda particular, que comparto. Tienen mi sangre y mi tufillo intrínsecos.
El Francotirador Lémur sale a la palestra, dio el nombre que todos sus allegados, enemigos y acreedores conocen, junto con la referencia de la fecha de entrada. Un reto: "prueba que lo escribiste antes".
Digo bien claro que los cumplidos no me halagan (falso) y que los insultos no me ofenden (cierto). Lo que me molesta es que alguien se atribuya el trabajo de otro.
Tras la irritación inicial, la hilaridad: "diantres, ahora hasta me plagian" chistes que siguen con los amigos con los que conseguí mantener el contacto.
Tras la hilaridad, la sospecha. ¿Tengo plagiaristas en el Grupo Letras? El Grupo Letras es algo muy especial para mí. Es el bebé que nació del cariño de un poeta y su musa, que lo sigue siendo.
¡Sorpresa! No uno, sino dos plagios. Típico niño jugando a ser hombre, intentando impresionar a las féminas con talento robado.
Uno de ellos tuvo el descaro de robarle una estrofa a Calamaro. Al menos, demostró buen gusto y no robó nada mío.
Los bloqueé tras preguntarles de modo inocente, para darles la oportunidad de decir que fue un error.
Hace poco, leo mención a uno de ellos, citado en el muro de una amiga poetisa de México. Versos de gran belleza.
Tras pasarlo por Google, veo que no aprendió. Otra estrofa de Calamaro. Los hay que no aprenden...
Advertí a esta amiga: "protege tu trabajo". Tiene una pluma muy elegante.
Me encuentro con escritores a diario, casi todos ignotos. Muchos de ellos con faltas de ortografía y/o gramática. Me importa poco. El fondo siempre contó más que la forma para mí.
Y, por supuesto, cuando veo algo bonito, lo paso por Google. La decepción de ver que alguien no es quien dice ser no es algo a lo que uno se acostumbre.
He dicho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario